El glaucoma es una enfermedad neurodegenerativa del nervio óptico que produce una pérdida de visión progresiva y que, en general, está relacionada con un aumento de la tensión ocular. La tensión ocular normal se encuentra por debajo de 21 mm Hg.
Causas: Se desconocen las causas que producen la enfermedad. El problema es que una vez detectada se puede frenar su progresión, pero no recuperar la pérdida de fibras del nervio óptico o de sensibilidad en el campo visual o de la visión. Por eso es esencial realizar revisiones oftalmológicas para detectar su aparición cuanto antes. De hecho, se recomienda que estas revisiones periódicas se realicen a partir de los 40-45 años especialmente en las personas con riesgo de desarrollar un glaucoma. Estos grupos de riesgos son:
- Los mayores de 60 años. “A mayor edad, mayor riesgo. Las pacientes con 40 años tienen una incidencia del 1% y con cada década se incrementa significativamente. Con 80 años casi una tercera parte de los pacientes puede tener glaucoma”.
- Personas con antecedentes familiares de glaucoma. Puesto que se trata de los factores de riesgo más importantes, es necesario realizar una vigilancia estrecha de la presión ocular. Sin embargo, pese a estos antecedentes, no se trata de una enfermedad hereditaria.
- Personas de raza negra o asiática.
- Personas con miopía, en especial cuando se tienen cinco o más dioptrías.
- Pacientes medicados con corticoides.
- Personas con diabetes o hipertensión arterial.
Síntomas: Al principio, el incremento de la presión ocular no produce ningún síntoma. Las manifestaciones posteriores pueden incluir una disminución del campo visual periférico, ligeros dolores de cabeza y sutiles trastornos visuales, como ver halos alrededor de la luz eléctrica o tener dificultad para adaptarse a la oscuridad. Cuando ya se produce la pérdida de visión, la persona puede presentar visión en túnel (un estrechamiento extremo del campo visual que dificulta ver objetos a ambos lados cuando se mira de frente).
En los casos en los que se presenta un dolor extremo en el ojo, enrojecimiento y pérdida de visión súbita es indispensable acudir al médico de forma urgente, ya que estos son los síntomas más habituales de un glaucoma agudo de ángulo cerrado.
Prevención: La única forma de prevenir el glaucoma es ir al oftalmólogo y diagnosticarlo precozmente. Puesto que se trata de “una enfermedad muy traicionera”, esta puede pasar desapercibida durante sus primeros estadios. Así, someterse a revisiones periódicas en las que se mida la presión intraocular es la forma más eficaz de detectarlo precozmente y de frenar su avance.
A través de la medición de la presión intraocular con la tonometría, se puede detectar la presencia de la patología. Puesto que este síntoma no es exclusivo del glaucoma, es importante realizar un examen del campo visual y una OCT (tomografía de coherencia óptica) para analizar el estado del nervio óptico y de sus fibras nerviosas, así como otras pruebas oftalmológicas.
Tratamiento: Puesto que se trata de una enfermedad crónica su tratamiento debe mantenerse de por vida, el tratamiento de inicio para el glaucoma busca disminuir la tensión intraocular. Para ello se utiliza en su mayoría colirios con el objetivo de reducir la producción de humor acuoso -líquido que se produce en el interior del ojo- o abrir la vía de salida del ojo para que ese humor acuoso se eliminen más fácilmente.
Fuente: Mayo Clinic